Declaración de intenciones




Cuánto cambian a veces las cosas. He empezado a escribir estas líneas en el teclado de mi móvil, pero creo, no, estoy segura, de que llevaban mucho tiempo fraguándose, en realidad, dentro de mí. Y las palabras fluyen como si se tratara de un río caudaloso y fuerte que no se detiene ante nada. Se deslizan las palabras y las frases entre mis dedos, como si fueran en realidad de agua, como si tuvieran vida, y es imposible contenerlas. No sé cuanto tiempo hace desde que escribir me ha resultado tan fácil. Ni tan exacto.


Y es que, reconozco, que tengo mucho todavía que rectificar para subsanar las heridas que me he autoinfligido. Heridas del espíritu, pero que duelen y hieren igual o más que las heridas físicas. Porque durante todo este tiempo he ido aprendiendo cosas sobre el mundo y sobre mí misma, pero aún me quedan muchísimas más por aprender. Y una de las más importantes sobre la que tengo que seguir aprendiendo y conociendo es sobre mi... "don", mi refugio, mi parte más creativa, más personal e íntima. Mi escritura.


Voy a cumplir, durante este mismo año, los 18. La mayoría de edad, la supuesta "independencia", la "madurez". Pero hay un hecho no sé si más importante, pero sí más... chocante, en cierto modo. E inquietante, al menos para mí. Y es que en el mes anterior al de mi cumpleaños, hará 5 años que empecé a plasmar mis ideas sobre la pantalla de un ordenador. 5 años desde que empecé "Alianza", 5 años desde que empecé a escribir. 5 años no son nada. 5 años son una eternidad.


Es extraño, y a la vez emocionante. Me da miedo, y vergüenza. Vergüenza porque creo que he pasado dos de esos cinco años sin escribir, más o menos, porque ha habido muchos parones largos en mi "vida literaria". Y digo "creo" porque tengo que reconocer que no he llevado la cuenta de cuánto tiempo ha sido, porque pienso que haberlo hecho habría sido como aceptar del todo que había abandonado algo que me es muy importante, y que no habría soportado saberlo con certeza y superar esos baches personales. Así que sí, ha sido una sequía muy larga.


Y esa fecha se ha convertido en una fecha límite. Estoy como viviendo una contrarreloj, sólo que mi contrincante soy yo misma, también. Es una carrera para reencontrarme a mí misma, para demostrarme que no todo sigue igual que cuando tiré la toalla, cuando me vine abajo. Pero no sé si en realidad ha cambiado algo, y ése es el problema.


Mi forma de escribir, aunque ha mejorado, sigue siendo prácticamente la misma, en esencia. Ahora reflexiono un poco más antes de empezar a hilar palabras, pero sigo actuando por impulso, a expensas, necesitando, el primer impulso de energía que me ponga en marcha. Ese primer impulso que me quema la sangre, que se muere por tratar de ser encarcelado en forma de letras que den sentido y vayan conformando una historia. Ese primer impulso con el que se escriben las primeras letras de una creación nueva, de un texto inédito.


Después de eso, creo que he cambiado en algo. Hay más estructuración en los textos de ahora que en los de mis inicios, en los de mis primeros pinitos literarios. Uno de los universos (sí, universos, no me falta ambición, ¿eh?) en los que estoy profundamente atrapada en su conformación y desarrollo es el de "Theana". Tengo dos archivos ahora mismo con información y notas sobre él. En total, unas 45 páginas, más o menos, a falta de pulir y rectificar muchas cosas. Sin embargo, no he escrito ni una palabra sobre las historias que tengo pensadas y están ambientadas en ese mundo. Quizá eso pueda verse como un avance significativo, ¿cierto?


Pues, en realidad, no. Al menos, no desde mi punto de vista, si tengo que ser completamente realista. Porque Theana me ha ido demostrando con el paso del tiempo que es una criatura insaciable que devora cada vez más recursos, a la que le crecen cada vez más cabezas cual hidra mitológica y que es más compleja de lo que jamás creí posible. Así que en realidad, esas 45 páginas no son mas que la constatación del hecho de que yo ya no podía aspirar a mantener toda esa cantidad ingente de información dentro de mi cabeza y permanecer relativamente cuerda.


Así que es en realidad un fracaso, no un logro. Un fracaso porque no decidí sabiamente empezar a estructurar y poner en orden todas las ideas acerca de ese universo antes de escribir nada. No. Simplemente no podía seguir haciendo como hasta entonces y conseguir/lograr que Theana se desarrollara de forma "sana" y en todo su potencial dentro de mi cabeza únicamente. Ése es el verdadero problema.


Así que el aniversario se ha convertido en una fecha límite, una en la que se decidirá en cierto modo si ha cambiado algo para mejor o no. Una fecha límite para demostrarme a mí misma que puedo escribir y encontrar un equilibrio que me permita hacerlo sin sufrir, sin grandes altibajos, un equilibrio personal entre mi parte responsable y mi parte creativa y alocada. Necesito con desesperación encontrar ese equilibrio. O al final resultará que en el fondo no ha merecido la pena, porque no soy capaz de ser constante, de llegar al final de las cosas de forma completa, como debe ser.


Leí en alguna parte, hace no mucho, que los escritores no éramos en realidad mas que unos egoístas que obligaban al resto del mundo a soportar nuestros delirios y nuestras grandes frustraciones, nuestros problemas personales. Algo así se deducía de aquel texto, más o menos.


Estoy completamente de acuerdo con eso. Pero espero, sinceramente, que ese egoísmo resulte en algo interesante o provechoso, al final. En algo que haya merecido la pena. Lo espero sinceramente.


Esto lo escribí no hace mucho tiempo. Aun así, ahora la situación no es exactamente la misma que describo aquí. Creo que el final de los exámenes (sobre todo la Selectividad, uff) y la tranquilidad de haber terminado al fin, hace que esté más relajada en esto de escribir también, y ya no siento esa sensación de... ir a contrarreloj. Aun así, esa fecha, la de los 5 años, esta ahí en el horizonte, muy presente.

Comentarios

  1. Hace algo más de un año desde que escribiste estas palabras y supongo que la situación no es la misma, pero deja que comparta mi experiencia.
    La adolescencia es siempre una etapa rara, especial y bonita, de todo un poco. Todavía yo hoy, con mis 21 años, me creo que soy maduro para acto seguido hacer alguna salvajada. La madurez no llega a los 18, es una escalera en la que un día subes tres peldaños para bajar dos al siguiente. Y te hablo tanto de la madurez en la vida como de la literaria.
    Discrepo contigo en que los escritores seamos egoístas, todo lo contrario: somos muy generosos. Cada uno vemos la realidad de una forma distinta y tenemos una imaginación única; al escribir, transmitimos nuestros pensamientos y sentimientos al papel para compartirlos, para darlos al mundo y no dejarlos escondidos en el fondo de algún pen drive como decías en tu presentación. Compartimos, pero no obligamos a nadie a leernos, faltaría más.

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