Corcel negro

"Feral Horse in Northeastern Nevada", by Tatiana Gettleman












¡Corcel negro que cabalgas
entre la más oscura de las noches,
dejando sueños atrás,
invisible para los hombres!


Eres silueta echa de sombras,
y en la eterna noche que se levanta
después de que llega el alba que no acaba,
tu galopar resuena
sobre la tierra,
y el polvo llega hasta las mismas estrellas,
creando estelas futuras inquietas
suspendidas en remolinos de locura infinita e incierta.


La realidad es un tejido moldeable
para tus pezuñas de negrura insondable,
y para ti, inmortalidad andante,
el tiempo y sus tres constantes
no son mas que posibilidades cambiantes...


¿Qué más da presente 
que futuro,
opacidad de lo oscuro
que luz reluciente,
locura 
que cordura,
luchador vivo
que pusilánime muerto y vencido?


Tú eres uno y todo,
y los límites se hacen borrosos.
Y los límites ya no existen,
se deshacen esas líneas intangibles
cuando sin miramiento caminas
por encima,
todo regio y orgulloso
y tan, tan poderoso.


¡Corcel negro que cabalgas
entre la más oscura de las noches,
dejando sueños atrás,
invisible para los hombres!


Tu galopar resuena
y la realidad se estrella,
contra el suelo se hace añicos,
en pequeños pedacitos
como si fuera
no más que cristal o estrella
que cae del cielo con fuerza.


Y tu impenetrable negrura
es tan oscura, tan oscura
que hasta el brillo del firmamento
parece como que te tiene miedo,
parece temblar y apagarse, 
lejos de ti, agazaparse,
en un instante, desaparecerse,
para no volver a asomarse.


Eres oscuridad profunda,
tan profunda que asusta,
y en ella acechan otras cosas
mucho más peligrosas
que la propia oscuridad impenetrable
que llevas como manto a todas partes.


Porque tu oscuridad tan sólo es
la capa que cubre lo que no se puede ver:
aquello para lo que nombre no tenemos
pero que instintivamente conocemos,
aquello que no sabemos explicar 
con claridad,
aquello que no podemos saborear o tocar, 
aquello que está más allá de nuestra comprensión mortal.


¡Corcel negro que cabalgas
entre la más oscura de las noches,
dejando sueños atrás,
invisible para los hombres!


Porque al igual que haces pensar
en eternidad
hecha carne material
que galopa y camina,
que se desliza
por entre pastos de ceniza,
también eres instante efímero,
gotas de tiempo mísero,
mariposa de aspecto tierno
que desaparece en un parpadeo.


Es difícil describirte,
domarte,
tan difícil apresarte,
entre líneas de palabras inflexibles
que parecen tan inamovibles
en sus definiciones precisadas,
hasta los milímetros cuadradas,
y que son tan poco moldeables
que no pueden aspirar a alcanzarte,
pero tan bello les pareciste
que intentaron asirte
entre sus manos resbaladizas
con promesas y sonrisas.


Y engatusarte intentaron,
mas, fue en vano,
se largaron,
con sólo humo que no podían agarrar
y caras llenas de pesar
porque no te pudieron apresar
entre sus rígidas pautas
sin cabida para fábulas,
entre su realidad regulada
por leyes razonadas.


No entienden el fuego que te anima:
es una llama que no quema,
pero brilla,
es llama fría
y hielo caliente;
eternidad fija y cambiante,
y momento que se deshila
mientras miras,
con soplos suaves
pero que aguanta huracanes grandes.


¡Corcel negro que cabalgas
entre la más oscura de las noches,
dejando sueños atrás,
invisible para los hombres!


Eres la oculta bisagra
que convierte sentimientos en palabras;
maldad
en bondad;
fugacidad
en eternidad;
dolor
en pasión;
odio y repugnancia
en amor y gracia.


¡Corcel negro que cabalgas
entre la más oscura de las noches,
dejando sueños atrás,
invisible para los hombres!


Eres eso, todo eso y mucho más,
corcel negro que sin jinete cabalgas
invisible para los hombres,
en la oscuridad de la noche
que por derecho te pertenece
y en la claridad que amanece,
tan voluble,
tan delicado como una nube
y tan duro como el acero.
Tan guerrero,
tan majestuoso,
tan poderoso,
tan precioso,
tan inalcanzable,
tan indomable,
tan ininteligible,
tan imposible...


¡Corcel negro que cabalgas
entre la más oscura de las noches,
dejando sueños atrás,
invisible para los hombres!




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